Pum.

Y por fin tuvo el coraje de coger el mando y mantener el arma recta, la fuerza de ese movimiento, ese frenético momento en el cual le dio al gatillo y disparo, disparo a la persona a la que más odia de este mundo, su enemiga incondicional. Las lagrimas corrian por su rostro despues de tantos años, queria vengarse, vengarse de la persona que atormentaba todas sus pesadillas y acaparaba su mente en cualquier momento. Pero a pesar del tiro no murió esa persona. Ya se sabia que las balas no atraviesan los espejos.